Todas las fotos, así como los negativos originales, son propiedad de Francisco Ortega Bustamante, y teniendo en cuenta que este material se expone de forma cultural informativa, queda terminantemente prohibida la copia y reproducción parcial o total del mencionado material, incurriendo en delito, aquéllos que por error u omisión, hicieran uso del mísmo sin autorización expresa de su propietario.
Justo ahora que comienza el mes de Octubre, se cumplen veinte años de la demolición del Teatro Alfaro, un emblemático lugar para aquéllas generaciones de nuestros padres y abuelos, incluso de algunos de nosotros, lugar aquél, dónde se vivieron momentos inolvidables en las crudas noches invernales, pero alegradas por las diversas actividades culturales que se llevaban a cabo entre sus grandes paredes, parejas que se conocieron alli entre butacas y gallinero, con garbanzos torraos, gaseosa o, aquéllos molestos pero divertidos aratones que nos disparaban sus huesos con canilla. Alguien me dijo esa mañana que estaban las máquinas en el Cine, y claro, oir desde 1989 la palabra máquinas, era sinónimo de demoliciones allá dónde estuvieran, con más motivo o no, pero es lo que había, haciendo que me personase en el lugar de inmediato, para capturar la muerte de un Teatro, que nació y murió en un mísmo siglo. Me quedaba la conformidad equivocada, de que después de esto, se volvería a reconstruir, pero no fué así, aunque hay que reconocer, que quizás no hubiera quedado mal un hotel de tres plantas, auditorio, bar-cafetería y aparcamientos de dos plantas en pleno corazón del Casco Antiguo, aunque.....nunca es tarde.