jueves, 7 de julio de 2011

Transporte en el Antiguo Egipto



El transporte en el Antiguo Egipto utilizaba principalmente la vía fluvial: el Nilo. El río era el nexo de unión de las distintas ciudades desde la segunda catarata en la Baja Nubia hasta el Mediterráneo; y costeando éste, a diversas ciudades (como Biblos). También estuvieron comunicados con los países del Oriente Medio, mediante la Vía Maris, mientras que los caminos terrestres del interior se utilizaban para acceder a los distintos oasis, a las minas y canteras, así como para salvar las cataratas del Nilo.

Este sistema de transporte eminentemente fluvial dificultó la entrada de invasores extranjeros, al ser un territorio que apenas poseía vías de comunicación por tierra y que estaba defendido por el desierto y la zona pantanosa del Delta.

El transporte era primordial para el comercio, y éste para la economía egipcia ya que una de las características tempranas del Antiguo Egipto fue el gusto de sus ciudadanos por los objetos de lujo exóticos, desde oro y piedras preciosas de Oriente hasta los animales, marfil y ébano del África negra, que pagaban con sus exportaciones de trigo, orfebrería, perfumes, papiro e incluso vino.

Como el resto de las actividades económicas, el transporte estaba controlado por el faraón, que delegaba su gestión en una eficaz administración cuyos funcionarios eran los escribas. Las caravanas o barcos extranjeros debían pagar aranceles.

Transporte terrestre:

La Vía Maris (violeta), el Camino de los Reyes (rojo) y otras rutas comerciales antiguas, c. 1300 a. C.

El tráfico terrestre estaba organizado a base de caravanas que cruzaban Nubia paralelas al Nilo, y por recuas que unían los oasis con el río. Cuando se construían canales, se utilizaba el material extraído para hacer un dique longitudinal, que una vez apisonado constituía un camino paralelo, tanto para circular hombres y animales, como para la sirga de las barcas.

Las rutas que comunicaban las minas y canteras con las ciudades de destino y los puertos del mar Rojo seguían el curso de los diferentes uadis que unían las montañas con el valle del Nilo, fáciles de recorrer por se anchos y de fondo plano.1

Existían cuerpos de vigilantes de caminos, dependientes de los gobernadores aunque la seguridad total nunca se alcanzó y los asaltos eran cotidianos.2 Una de las rutas más vigilada y cuidada era el llamado camino de Horus, que unía Egipto con Asia, desde el brazo pelusiaco hasta la ciudad de Rafah, en Gaza. Estaba equipado con un sistema de almacenes y pozos situados a una jornada de distancia unos de otros, lo que permitía a las caravanas y al ejército cruzar el desierto de Sinaí. Entre 1560 y 1081 a. C. se construyeron fortalezas militares para proteger tanto el camino como los pozos. Un ramal de esta ruta llevaba hasta las minas de cobre y turquesa del sur del Sinaí. Su prolongación era la llamada Vía Maris.

De entre los animales de tiro, el asno constituía el más utilizado desde que fue domesticado en el IV milenio a. C. Hasta la invasión de los hicsos no hubo caballos en Egipto, que se reservaron para los carros de guerra. El camello era conocido desde el Imperio Nuevo, pero no fue utilizado como medio de carga y desplazamiento en el desierto hasta el Período Tardío, en el siglo VII a. C.

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