Noé, en el Antiguo Testamento (y en el Corán), hijo de Lámek, descendiente de Adán en décima generación y, por sobrevivir con su familia al Diluvio, padre de toda la humanidad (Gen. 6-9). Según el relato bíblico, Noé fue salvado por su piedad cuando Dios, encolerizado por la corrupción reinante en el mundo, lo destruyó con un diluvio que duró 40 días y 40 noches. Ordenó a Noé que construyera un arca, una gran nave, y que subiera a ella con su esposa, sus tres hijos —Sem, Cam y Jafet—, sus nueras y una pareja de todo ser viviente existente sobre la tierra.
El Islam considera a Noé (Nuj) como uno de sus profetas. En un episodio posterior al Diluvio, se atribuye a Noé el descubrimiento de la elaboración del vino, por plantar una viña, una vez finalizado el diluvio, y beber del vino hasta embriagarse (Gén. 9,20-27).
Se dice que Noé vivió 950 años (Gén. 9,29). En las culturas babilonias, griega y otras aparecen héroes similares.
El Islam considera a Noé (Nuj) como uno de sus profetas. En un episodio posterior al Diluvio, se atribuye a Noé el descubrimiento de la elaboración del vino, por plantar una viña, una vez finalizado el diluvio, y beber del vino hasta embriagarse (Gén. 9,20-27).
Se dice que Noé vivió 950 años (Gén. 9,29). En las culturas babilonias, griega y otras aparecen héroes similares.
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