El pescado:
El pescado era poco apreciado por los atenienses de la Grecia clásica, que usaban el cordero como ingrediente fundamental de su cocina. Sin embargo, entre la aristocracia ateniense el pescado de río era considerado como un selecto manjar por lo escaso. Y despreciaban el pescado de mar, más abundante y considerado el alimento básico de las clases pobres: marineros y trabajadores, soldados y esclavos.
Emperadores glotones:
Los emperadores romanos han pasado a la historia como símbolo máximo de la glotonería y de los excesos de la mesa romana: Vitelio y Heliogábalo.
El primero pasó a la posteridad por la magnificencia de los banquetes y orgías que lo acompañaban: más de 20 platos sofisticados como el "escudo de Minerva protectora”, que era un inmenso plato circular realizado a base de huevos de lamprea, sesos de faisanes, hígados de escaro y lenguas de flamenco, y con un ligero entrante a base de 100 docenas de ostras. Heliogábalo (Marco Aurelio Antonio, emperador entre el 218 y el 222). estuvo más preocupado por las orgías y el culto al Sol, llegando a convertirse en el máximo exponente de la decadencia del Imperio Romano.
Cuando fue asesinado por el ejército, su cadáver y el de su esposa, Julia Soemias. fueron arrojados a las cloacas y se votó la execración de su memoria. Uno de sus platos favoritos eran las lenguas de flamenco rosa, de las que ordenó servir más de 1500 en un banquete.
El cocinero más célebre:
El recetario latino más antiguo conservado es el De re coquinaria ibri decem, una obra de Marco Gavio Apicio.
Este célebre gastrónomo recopiló 477 recetas de la cocina del Imperio, y su obra fue una referencia fundamental para la cocina occidental durante siglos. Sus platos más refinados, verdaderos manjares regios, eran las lenguas de ruiseñor y de flamenco, las truchas cebadas con higos secos o una gran variedad de salsas y pasteles
El pescado era poco apreciado por los atenienses de la Grecia clásica, que usaban el cordero como ingrediente fundamental de su cocina. Sin embargo, entre la aristocracia ateniense el pescado de río era considerado como un selecto manjar por lo escaso. Y despreciaban el pescado de mar, más abundante y considerado el alimento básico de las clases pobres: marineros y trabajadores, soldados y esclavos.
Emperadores glotones:
Los emperadores romanos han pasado a la historia como símbolo máximo de la glotonería y de los excesos de la mesa romana: Vitelio y Heliogábalo.
El primero pasó a la posteridad por la magnificencia de los banquetes y orgías que lo acompañaban: más de 20 platos sofisticados como el "escudo de Minerva protectora”, que era un inmenso plato circular realizado a base de huevos de lamprea, sesos de faisanes, hígados de escaro y lenguas de flamenco, y con un ligero entrante a base de 100 docenas de ostras. Heliogábalo (Marco Aurelio Antonio, emperador entre el 218 y el 222). estuvo más preocupado por las orgías y el culto al Sol, llegando a convertirse en el máximo exponente de la decadencia del Imperio Romano.
Cuando fue asesinado por el ejército, su cadáver y el de su esposa, Julia Soemias. fueron arrojados a las cloacas y se votó la execración de su memoria. Uno de sus platos favoritos eran las lenguas de flamenco rosa, de las que ordenó servir más de 1500 en un banquete.
El cocinero más célebre:
El recetario latino más antiguo conservado es el De re coquinaria ibri decem, una obra de Marco Gavio Apicio.
Este célebre gastrónomo recopiló 477 recetas de la cocina del Imperio, y su obra fue una referencia fundamental para la cocina occidental durante siglos. Sus platos más refinados, verdaderos manjares regios, eran las lenguas de ruiseñor y de flamenco, las truchas cebadas con higos secos o una gran variedad de salsas y pasteles
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