domingo, 13 de febrero de 2011

HOY ES SAN VALENTÍN - PATRÓN DE LOS ENAMORADOS Y ENAMORADAS.




Menudo nombre, para un día tan significativo e importante en la vida de una gran mayoría de habitantes de este insignificante planeta.

Es la verdad de toda persona que celebra su verdad, es el sentir de unos hacia otros, de igual modo que se llega incluso a perder la noción del tiempo, pensando en aquélla persona que verdaderamente significa algo importante para nosotros emocional y sentimentalmente.

Es acaso la celebración del amor por excelencia, la mayor motivación que este día nos ofrece como empujoncito para atrevernos a decir… “Te amo”, o como pretexto para reafirmar lo que ya sabemos que sentimos, o lo que sentimos y que ya sabemos, da igual, la cuestión es decirnos entre tu y yo la verdad de nuestra verdad.

Es además este un día, en el que los recuerdos afloran y brincan como las palomitas de maíz, pero en nuestro estómago. Como palomitas mariposas, o mariposas que con sus alas nos recosquillean al mirarnos o besarnos. Al recordar aquél primer encuentro con esos dos besos de rigor que jamás se borran ni con agua hirviendo. Al sentir tu mano cogida a la mía sentados en un cansado y anciano sofá y, diciéndonos tonterías como pretexto para ganar más tiempo juntos sin dejar escapar esas manos.

Las miradas de cada detalle. Las sonrisas que salen solas, o que se nos escapan porque no podemos controlarlas invadidos por la emoción de una especial experiencia que empieza su andadura. Es también un día en el se nos vienen encima recuerdos que casi habíamos olvidado pero que nunca se borraron, lo que ocurre, es que cada día crecen y crecen nuevas y diversas sensaciones, con mucha emoción, cariño y un inmenso amor que nos descoloca por completo.

Qué valiente este Cupido y, que certero con su flecha. Casi siempre acierta, o por lo menos cuando nos toca el amor de lleno y nos aumenta la intensidad en cada uno de nuestros sentidos, así pensamos en su grado de acierto diciéndonos que… “contigo y conmigo, si que acertó de lleno”.

Es este también un día de nervios, pues siempre esperamos algo uno del otro, da igual, algo. Lo mismo una pachucha flor robada en el jardín del vecino, tiene un gran significado de mensaje de amor muy superior a todas las flores del mundo, pues en ella va la sangre que provoca esa espina que se nos clava por amor. Es como un pacto de sangre. Como un sello rojo de amor. Como un corazón ensangrentado por ese acelerado ritmo que nos provoca lo que tú y yo sentimos en nuestra cercanía. Casi no hay palabras. Sólo miradas y decires con los gestos y, esos labios que no podemos controlar de ninguna de las formas posibles. Van por libre y desbocados a un encuentro batallador, intentando ganar esa falsa lucha en la que ambos quieren caer rendidos ante los labios del otro. Sin freno. Sin tiempo. Sin límites.

San Valentín, como ángel y asexual, no tiene preferencias entre hombres y mujeres. Dispara sólo al corazón del amor. Esté donde esté. Lo lleve quién lo lleve. No distingue países ni colores. No le importan las edades. Pues sólo pretende hacer dianas, muchas dianas…como la nuestra.
Este día, envuelve a todos de alguna forma, salpicándole con algo de su color rojo. El rojo pasión. El rojo energía. El rojo amor.

Puedes vestir las ropas que te apetezcan, pero en este día pensarás en rojo. El rojo de nuestros rostros sofocados por aquéllos momentos de fusión y erupción volcánica que derrite nuestros cuerpos y nuestros labios.

El rojo de la luz del sol en los atardeceres colándose entre nuestros cuerpos y nuestros besos. El rojo de nuestros ojos irritados por esas lágrimas derramadas por el amor que nos une y nos separa. El rojo de lo prohibido y peligroso. Pues no todas las personas son comprendidas y acertadas en lo que ellas entiendan como natural. Entonces…será el rojo crucifixión.

Da igual. Qué más da. Yo seguiré pensando en San Valentín. El seguirá disparando sus flechas de amor. Seguirá dando chispa y vida a esta leyenda o tradición. Nosotros seguiremos aferrados a la idea de sus aciertos, pues no creerán en el, aquellos que no se sientan tan enamorados como tú y yo. No me importa el color. Ya me da igual. No me importa que piensen que no existe el amor. Yo lo he vivido y lo vivo. Pues no debemos de olvidar el amor a todo y a todos. Pero tampoco olvides, ni el tuyo ni el mío.

“En un día como este, no hay que decir te amo. Mejor decirnos…te seguiré amando”.


Francisco Ortega Bustamante Febrero 2011.

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