Entre los seguidores de la brujería “wuicca” - en muchos sentidos depositarios de las tradiciones célticas -, éste es uno de los grandes festivales anuales y se celebra con su antiguo nombre: Shamhain. Stewart Farrar, en Wath witches do, nos habla así de Shamhain: “Tiene un carácter más fantástico que los demás festivales. Es el final del verano, cuando se sienten crecer los poderes subterráneos con sus puertas abiertas y todas sus fuerzas liberadas, tanto las malas como las buenas”.
Obviamente, los “wiccanos” suelen aprovechar esta fiesta y las puertas que en ella se abren, y lo hacen con el antiguo fin pagano de establecer un nexo entre nuestro mundo y el de los difuntos. El rito culmina con una explosión de alegría, mostrando la afirmación de la vida ante la muerte.
Farrar nos describe en su obra la ceremonia, en la que hombres y mujeres comienzan con una procesión lenta, llevando en sus manos antorchas o velas encendidas. Van guiados por el sacerdote y la sacerdotisa, armados ambos con sus varas.
El simbolismo de la vara es esencialmente fálico, representando tanto la fuerza ígnea (de la que las varas son emblema) como la fuerza creativa de la Naturaleza, propia de los ritos de fertilidad, ambas características vinculadas con este tipo de rituales. Algunos brujos colocan en el extremo de la vara una piña, reforzando con ello su simbolismo.
Durante la celebración suele entonarse el himno de los brujos o cualquier otra canción de ritmo lento. Luego, sacerdote y sacerdotisa trazan los pentagramas de invocación y la sacerdotisa recita una oración que creo merece la repetir aquí íntegra:
“Augusto Señor de las sombras, dador de la vida y dador de la muerte, aunque tu conocimiento es el conocimiento de la muerte, te pido que abras de par en par las puertas por las que todos hemos de pasar. Deja que nuestros seres queridos que se marcharon antes, vuelvan esta noche a regocijarse con nosotros y, cuando llegue nuestra hora que ha de llegar… ¡Oh, tú, confortador, consolador, dador de descanso y paz! Haz que entremos en tus reinos alegres y sin miedo, pues sabemos que cuando descansemos y nos refresquemos entre nuestros seres queridos, renaceremos por tu gracia y por la gracia de la gran Madre. Que sea en el mismo lugar y al mismo tiempo que nuestros seres amados, Y que encontremos, y reconozcamos, y recordemos y amemos de nuevo. Desciende, te lo ruego, sobre tu siervo y sacerdote”.
Tras esta oración, las mujeres daban el “Quíntuple Beso” al Sumo Sacerdote a modo de ofrenda a la Divinidad. A esto sigue la celebración en tono festivo con ingestión de tortitas y vino, música y alegría.
Si el ritual se realiza correctamente, nacerá la sensación de que los “idos” participan también en la fiesta. Suele recomendarse también – aunque si no es posible en ese momento, se sugiere hacerlo más adelante o en cuanto sea posible – que el Gran Sacerdote y la Sacerdotisa realicen el Gran Rito, ya sea real o simbólicamente.
A modo de aclaración, diremos que el “Quíntuple Beso”, es una ceremonia de salutación dentro de los ritos “wicca”. También el Gran Rito es una típica ceremonia “wiccana” que implica una unión sexual entre los dos celebrantes, normalmente simbolizada por medio del athame o espada y el cáliz, introduciendo uno en otro para representar la unión de las dos fuerzas polares del universo.
Obviamente, los “wiccanos” suelen aprovechar esta fiesta y las puertas que en ella se abren, y lo hacen con el antiguo fin pagano de establecer un nexo entre nuestro mundo y el de los difuntos. El rito culmina con una explosión de alegría, mostrando la afirmación de la vida ante la muerte.
Farrar nos describe en su obra la ceremonia, en la que hombres y mujeres comienzan con una procesión lenta, llevando en sus manos antorchas o velas encendidas. Van guiados por el sacerdote y la sacerdotisa, armados ambos con sus varas.
El simbolismo de la vara es esencialmente fálico, representando tanto la fuerza ígnea (de la que las varas son emblema) como la fuerza creativa de la Naturaleza, propia de los ritos de fertilidad, ambas características vinculadas con este tipo de rituales. Algunos brujos colocan en el extremo de la vara una piña, reforzando con ello su simbolismo.
Durante la celebración suele entonarse el himno de los brujos o cualquier otra canción de ritmo lento. Luego, sacerdote y sacerdotisa trazan los pentagramas de invocación y la sacerdotisa recita una oración que creo merece la repetir aquí íntegra:
“Augusto Señor de las sombras, dador de la vida y dador de la muerte, aunque tu conocimiento es el conocimiento de la muerte, te pido que abras de par en par las puertas por las que todos hemos de pasar. Deja que nuestros seres queridos que se marcharon antes, vuelvan esta noche a regocijarse con nosotros y, cuando llegue nuestra hora que ha de llegar… ¡Oh, tú, confortador, consolador, dador de descanso y paz! Haz que entremos en tus reinos alegres y sin miedo, pues sabemos que cuando descansemos y nos refresquemos entre nuestros seres queridos, renaceremos por tu gracia y por la gracia de la gran Madre. Que sea en el mismo lugar y al mismo tiempo que nuestros seres amados, Y que encontremos, y reconozcamos, y recordemos y amemos de nuevo. Desciende, te lo ruego, sobre tu siervo y sacerdote”.
Tras esta oración, las mujeres daban el “Quíntuple Beso” al Sumo Sacerdote a modo de ofrenda a la Divinidad. A esto sigue la celebración en tono festivo con ingestión de tortitas y vino, música y alegría.
Si el ritual se realiza correctamente, nacerá la sensación de que los “idos” participan también en la fiesta. Suele recomendarse también – aunque si no es posible en ese momento, se sugiere hacerlo más adelante o en cuanto sea posible – que el Gran Sacerdote y la Sacerdotisa realicen el Gran Rito, ya sea real o simbólicamente.
A modo de aclaración, diremos que el “Quíntuple Beso”, es una ceremonia de salutación dentro de los ritos “wicca”. También el Gran Rito es una típica ceremonia “wiccana” que implica una unión sexual entre los dos celebrantes, normalmente simbolizada por medio del athame o espada y el cáliz, introduciendo uno en otro para representar la unión de las dos fuerzas polares del universo.
1 comentario:
muchas gracias paco, por pensar en los wiccanos! tienes razon, este dia es el mas importante para nosotros, porque es nuestro año nuevo, cuando el dios muere y vuelve a la vida. en la hora bruja de esa noche el velo de los dos mundos se separa y las criaturas de los planos se entremezclan, y segun la leyenda las brujas son vistas!! jajajajaja muchas gracias de verdad por hacernos un huequecito en tu blog!! bss *psky*
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