UN RINCON PARA EL AMOR - AYER

Ayer… caminaba entre dudas y pensamientos sin rumbo. Tenía sed. El sol de la siesta empujaba a mi cuerpo como una llama oscilante. Necesitaba sombra, fresco y refugio. Pensaba que los árboles serían amigos, pero me escupían su fuego a la cara. Los más altos escondían algo bajo su verde manto. Quise comprobarlo y me acerqué algo más a ellos, con cautela. Noté la fresca brisa que dejaba escapar de su interior aquélla oculta cueva a través de su boca. Entré hasta las mismísimas entrañas de aquélla extraña gruta. El olor embriagó desde el primer paso a todo mi ser…creando una impaciente necesidad de sentir algo que no veía y no sabía de su existencia.
Ayer…quise sentir y sentí…la presencia de la magia de las hadas. No las veía, pero estaban revoloteando en aquél espacio casi abovedado por las piedras y raíces que se aferraban como compañeros de viaje. Algunos destellos de luz entre la penumbra, permitieron a mis ojos recibir un exquisito regalo con la presencia de una de aquéllas ninfas del submundo.
Ayer…descubrí el amor de las tinieblas. Del sueño. De la pasión. De ella. Una figura de verdad. De mi verdad. Su pelo negro azabache, caía ligeramente desde su frente semiocultando el oro de sus ojos que proyectaba una intensa y envolvente mirada. Sin palabras.
Ayer…se transformó aquél lugar en un nido de ensueño con un ligero toque de varita. Chispeante y plagada de colores. Como un gigante arco iris rebosante de dulzura. Casi animada y flotante…dejaba ver su estampa de belleza y fantasía.
Ayer…me cogió el amor de la mano para enseñarme a amar. Me dejé llevar. Mi espalda era como una catarata chorreante. Besos de miel. Néctar de flores salvajes y jóvenes brazos como lazos de seda. De su boca salían ballestas de pasión y deseo. Mis labios ardían en ese fuego de amor. Reclinose entre blancos algodones y mullidas plumas.
Ayer...pude saborear la esencia de sus entrañas en un degustar exquisito regado de sudor. De lazos apretados de pasión. Gemidos de éxtasis. Resoplar de ritmo acelerado y desconcertante cabalgar a lomos del amor. Palpitar… de corazones sin cuerpo desbocados. Liberados de sus carnales jaulas olvidados por la sinrazón de un juicio sin juicio.
Ayer…quise morir entre sus…alas cristalinas y áureas plagadas de belleza. Cuerpo de ensueño real. De cuento de hadas. De biblioteca plagada de libros de amor en la gruta. Aquélla gruta de rincones altos y bajos que te ponen a prueba. Que te exigen estar a la altura de las hadas, de las ninfas. Tirado por los suelos intentando recoger hasta la más insignificante pizca de su esencia. Cuerpo a cuerpo…boca a boca. Lenguas furtivas pactando un intercambio. Manos enredadas negándose a la libertad con un deseo de compañeras de celda. Condenándose a sí mismas a cadena perpetua.
Ayer...la vida y la muerte hicieron las paces por un tiempo. Querían contemplar juntas ese concierto de amor y belleza entre el hombre y su sueño. Saber quien tenia mas razón en su verdad…o más verdad en su razón. Comprobar la realidad en un mundo irreal.
Ayer…dejé mi vida enterrada con la magia de una gruta animada de seres de ensueño. Salí con la cabeza vuelta. Con la miel de su boca en mi boca. Con los ojos confusos de luz y tinieblas. Mi mano apretada, para no liberar la pluma como testimonio de una verdad. Mi verdad.
Ayer…me dijo que no olvidase. Que le creyera. Que fue real. Que existía. Que batiría sus alas para estar conmigo. Que llegaría un día en que…
Ayer… ¡como para olvidar el ayer!

Francisco Ortega Bustamante