Hablamos hoy de un personaje muy singular que por motivos diferentes se ha ganado nuestra atención.
"La Ramona", de oficio lavandera, desde el amanecer hasta la puesta de sol restregaba contra una losa de piedra a orillas del río Argos, todos los encargos de ropa ajena que como trabajo y sustento realizaba a diario.
Su aspecto extraño y muy poco frecuente, pues se la conocía como "la mujer barbuda", hacía que los niños y menos niños le llamaran la atención permanentemente, creando en ella una aptitud un tanto hostíl y rebotada contra todo bicho viviente en cuanto a este tema se refiere, pues yo que tuve la oportunidad de conocerla y hablar con cierta frecuencia con ella, me dejó muy claro que era una mujer bastante tratable si se la respetaba.
De todas formas, ella, que se había afeitado en alguna ocasión que otra, decidió sin complejos, que se sentía más cómoda con su barba y bigote.
"La Ramona", de oficio lavandera, desde el amanecer hasta la puesta de sol restregaba contra una losa de piedra a orillas del río Argos, todos los encargos de ropa ajena que como trabajo y sustento realizaba a diario.
Su aspecto extraño y muy poco frecuente, pues se la conocía como "la mujer barbuda", hacía que los niños y menos niños le llamaran la atención permanentemente, creando en ella una aptitud un tanto hostíl y rebotada contra todo bicho viviente en cuanto a este tema se refiere, pues yo que tuve la oportunidad de conocerla y hablar con cierta frecuencia con ella, me dejó muy claro que era una mujer bastante tratable si se la respetaba.
De todas formas, ella, que se había afeitado en alguna ocasión que otra, decidió sin complejos, que se sentía más cómoda con su barba y bigote.
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