Mi amigo recuerda aquel tiempo con nostalgia, pero al mismo tiempo con “hambre” de niñez, con ganas de jugar al tiempo que no jugó, con deseos de recuperar los “cegotes” de barro, y volver a jugar al “triángulo”, al “tute y guás”, a coger “cucharetas” en las “baeras” del río. Porque aquél, fue el único paraíso que tuvo a su alcance, y recuperar los “juegos de calle”, que él envidiaba al ver a sus amigos jugar…
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