OBRA DE ARTE
Son muchas las cosas que ya se han dicho y escrito sobre el amor. También son muchas las formas utilizadas para expresar los sentimientos, y muy diversas y cuantiosas, las que se han empleado para describir encantos, atractivos, cualidades o virtudes que posee una persona, pero todo esto deja de tener sentido cuando lo vivimos en nosotros, y que de una forma o de otra, anula todas esas frases, gestos y sentimientos…para crear los nuestros propios, ya que al nacer algo nuevo también hay raíces nuevas, y nuestra sangre asciende por nuestro cuerpo, como la savia de un gran árbol escalando hasta la cima de nuestros sentimientos. Nuestra mente.
Una vez que nuestra mente ha captado un mensaje, la savia que recibe es abundante, ya que la necesita para poder emanar hacia el exterior, todas esas palabras y exquisiteces de fabricación casera que tienen que llegar a la persona que está frente a nosotros, y por la que realmente, sentimos algo.
Yo, desde mi pequeño obrador o taller, que está instalado en un reducido rincón de mi modesto cerebro, voy a tratar de describir lo que veo en ti, lo que siento de ti, y lo que me gustaría que hicieses para ser feliz, naturalmente, si tú estás dispuesta a escucharlo y te atreves a resistir la fuerte embestida de un reto.
Empezamos poniendo atención a esos pequeños golpecitos que se oyen en tu pecho, ¡escúchalos! Parece que te hablan, y si pones tu mano, también los sentirás en ella como una constante de la vida que golpea una y mil veces incesantemente, que acelera o relaja su ritmo según estés sintiendo no sé que cosas en éste momento.
Si es capricho hacia alguien…tendrá un ritmo pausado, si es cariño por alguien…subirá esperando ser correspondida, pero…si es amor lo que sientes, ya no eres dueña de su ritmo, va por libre, ya que lo que intenta desesperadamente, es buscar la salida de esa carnal jaula y escapar para reunirse con la persona amada pero…tranquila, dale un poco de tiempo, descansa y sueña.
Una vez dormida, contemplo tus finos párpados sellados y cosidos entre sí por esas delicadas pestañas, que más bien parecen una pincelada de un gran pintor sobre tu rostro, como si fuera la firma del artista una vez acabada su obra; entonces recreo mi mirada en todo el arte que puede contener dicha obra expuesta en la mejor galería del mundo. La vida.
Veo que el artista ha cuidado todos los detalles y ha utilizado materiales de muy alta calidad, porque para crearte a ti siempre serán insuficientes, sin embargo, se ha recreado tanto en tus labios…que roza la perfección absoluta, y además les ha dado con no sé que producto, que tienen un brillo tan natural que parecen reales, tan reales, que me dan unas ganas irresistibles de tocarlos, pero…una obra de arte no se debe tocar porque la estropearía.
También ha puesto empeño y cuidado en tu pelo, porque cuando lo miro fijamente durante largo rato, me parece un espejismo, fíjate que tontería, hasta creo que se mueve al ritmo de la suave brisa…pero debe de haber algo de corriente al dejar abiertas algunas ventanas de ésta inmensa galería universal. No es cierto que se mueva, porque una obra de arte no se puede mover.
Me parece oír como respiras…o…suspiras, ¡sí!, como si el aire que entra por tu delicada nariz hiciese un fino y silencioso ruido al dilatar tu pecho tratando de llenar tus pulmones ansiosos, de sentirse inundados por el inconfundible perfume de la persona amada; pero no me lo creo, porque una obra de arte no puede respirar.
Contemplo con asombro y extrañeza, como el artista ha tenido que romper cualquier molde o patrón una vez terminadas tus manos, me parecen reales, tanto en el tono de tu piel, textura y esa delicada forma tan natural de ponerlas, como si ésta obra tratara de hablar y al mismo tiempo expresar algo con las manos, y al acercarme un poquito más, me da la sensación de sentir un poco de calor en ellas. Siento ganas de cogerlas y acariciarlas, sentirlas…acariciando mi cara, o, depositar en ellas un cálido beso. Pero será mejor que despierte, porque una obra de arte no mueve las manos, por lo tanto no puedo sentir nada. ¿No será, que me estoy volviendo un poco loco con el arte?
¡Sí!, tiene que ser eso, porque me da la impresión, que ésta obra de arte empieza a abrir sus ojos, y me mira con amor y tristeza al mismo tiempo. Tengo que estar loco, necesito que me cuiden, porque empiezo a enamorarme de ti como si estuvieras viva, y me da la impresión, que la tristeza de tus ojos está más que justificada, porque entre tú y yo hay una gran barrera que no nos permitiría nunca estar juntos, porque yo estoy loco, y tú, eres una “Obra de Arte”.
FRANCISCO ORTEGA BUSTAMANTE 29-4-2001
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